edulcorante-sin-caloriasEs una curiosa paradoja que tomemos algo con la finalidad de no engordar, y que por el contrario, acabe haciendo que cojamos peso. Eso es lo que ocurre con los edulcorantes sin calorías.
Esto ocurre porque cuando ingerimos productos edulcorantes y light, podemos estar haciendo que nuestro organismo reaccione como si, realmente estuviese ingiriendo alimentos ricos en azúcar o grasas, y los acumule como reservas para un futuro.
Las primeras investigaciones sobre este fenómeno, se realizaron en 2008 en la Universidad de Perdue (EE.UU.) en que en un experimento en el que se sometió a dos grupos de ratones a yogures endulzados con sacarina y a otros a yogures endulzados con glucosa. Pues bien, los ratones que engordaron fueron los que tomaban los yogures con sacarina.
Desde entonces, se ha seguido investigando el tema de los edulcorantes y se han obtenido más veces, resultados parecidos.
Para entender por qué sucede esto, hay que explicar primero que los dulces no engordan únicamente porque tengan muchas calorías, sino por otro mecanismo más complejo: cuando ingerimos más azúcar de la que necesitamos, la insulina, transforma este excedente en grasa, “y por eso, las personas que toman muchos dulces, engordan más que quienes toman el mismo número de calorías, pero procedentes de alimentos que no tienen azúcar”, según explica el endocrinólogo Antonio Escribano.
Ahora bien, ¿qué ocurre cuando tomamos un alimento “endulzado” con un edulcorante sin calorías?. Pues que curiosamente, el organismo segrega insulina ante la simple presencia del sabor dulce en la boca, según el experto. La nutricionista Marta Aranzadi, coincidente con esta afirmación, apunta que «los edulcorantes sintéticos alteran el metabolismo pancreático igual que el azúcar, pero, con eso de que son ‘light’, se toman en mayor cantidad y, a la larga, el efecto es perjudicial».
Grasas “light”
Como hemos visto, los edulcorantes, producen el mismo efecto metabólico en el cuerpo que el azúcar, liberando insulina para que el azúcar penetre en la célula. Pero al no usarse esa insulina para nada (al no haber azúcar real), hace que se demande más azúcar produciéndose un hiperinsulinismo o resistencia a la insulina. «Y esto puede provocar que no se metabolicen los carbohidratos y que se conviertan en grasa, con lo cual, se engorda. Por eso, yo recomiendo endulzar con azúcar, antes que con sacarina», concluye la Dra. Aranzadi.
Ese parece ser el factor clave, porque si un edulcorante, no nos sirve para perder peso… ¿deberíamos dejar de usarlo y pasarnos al azúcar?. Pues bien, depende de cada persona.
El azúcar refinado, es un invento relativamente reciente, no se encuentra en la naturaleza, sino que lo fabricamos. Sería prescindible para nuestro organismo que puede obtener los azúcares que necesita de las frutas. Pero eso no significa que tengamos que eliminarlo de nuestra dieta, a menos que, como comenta el Dr. Pedro Prieto-Honrubia, investigador en Nutrición, Obesidad y Salud de la Universidad de Navarra, “para la persona diabética los edulcorantes son una buena opción, ya que les permiten disfrutar del placer de lo dulce, sin que se resientan sus niveles de insulina o glucemia. Pero para las dietas de adelgazamiento, no hay una respuesta concluyente, porque existen muy pocas investigaciones que avalen que efectivamente sirven para favorecer la pérdida de peso. Yo sería cauteloso a la hora de recomendar estos edulc9orantes en la población general, ya que necesitan muchos más estudios”.
Si los edulcorantes, ya estaban en duda de su efectividad, ahora se plantea la cuestión de los sucedáneos de las grasas. Desde hace poco tiempo se han puesto de moda un nuevo tipo de alimentos light, en los que se intenta sustituir las grasas por otras sintéticas que supuestamente, no pueden ser absorbidas por el intestino. De esta forma podríamos ingerir alimentos hipercalóricos como los helados o patatas fritas, sin engordar.
Pero algo parece fallar en este razonamiento, porque los mismos investigadores que probaron los edulcorantes en ratones, han realizado un experimento parecido, pero con grasas sintéticas. Se alimentó a un grupo de roedores con patatas fritas ricas en grasas y a otro grupo con patatas fabricadas con olestra (un sustituto sintético de la grasa que no tiene calorías y que no se absorbe en el intestino), y encontraron que los ratones que habían tomado las patatas con grasas artificiales, habían ganado más peso y generado más tejido adiposo que aquellos que solo habían comido las patatas normales con abundantes calorías. Es más, los obesos no perdieron el sobrepeso, ni siquiera cuando les retiraron las patatas sin calorías de su dieta.
La Dra. Swithers de la Universidad de Purdue, afirma que «Nuestra investigación muestra que este tipo de sucedáneos pueden interferir con la capacidad del cuerpo para regular la ingesta de comida, lo que puede conducir a un uso ineficiente de las calorías y a ganar peso». Lo que falta por descubrir ahora es por qué estos sustitutos engordan más que las grasas naturales, cuando en principio no se absorben en el intestino.
La hipótesis que se baraja es que los alimentos con sabor «a grasa» suelen implicar un elevado número de calorías; y ese sabor dispara respuestas en el organismo, como salivación, secreciones hormonales y reacciones metabólicas. Los sustitutos, por su sabor, podrían provocar las mismas reacciones que cuando el cuerpo se prepara para recibir un número elevado de calorías naturales.
Pero más allá de si estas grasas sintéticas hacen aumentar de peso, el dr. Antonio Escribano muestra su escepticismo ante ellas: «La hipótesis de que son menos calóricas que las naturales se basa en que, supuestamente, tienen un componente menor de absorción, como si el intestino fuera impermeable a ellas. Pero esto es cuestionable, hacen falta más trabajos que revelen qué ocurre con la parte de grasa sintética que sí se absorbe. Soy escéptico, primero, en cuanto a que la reducción calórica exista. Y en segundo, en cuanto al riesgo que asumimos al ingerirlas. Además, unas disminución calórica nunca debería justificar que consumamos grasas no naturales; si queremos adelgazar, debemos consumir pocas grasas, pero de muy buena calidad».

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