Muchas veces hemos escuchado que dormir menos de 7-8 horas diarias durante la edad adulta tiene consecuencias para la salud más allá de las típicas ojeras o la sensación de cansancio o mal cuerpo. Pero además, estudios recientes apuntan a que existe una relación directa entre la falta de sueño y el metabolismo. 
Parece que dormir menos horas se asocia directamente a una mayor tendencia al aumento de peso. Sin embargo, la población quiere saber dónde aparece la conexión entre falta de sueño y obesidad. Obviamente, estas conclusiones están basadas en trabajos científicos experimentales. Está demostrado que quienes duermen menos horas suelen ser personas más sedentarias en su vida diaria y que apenas realizan ejercicio físico. Pero además, realizan una mayor ingesta diaria de alimentos, ya que el hecho de dormir menos les hace estar más bajos en cuanto a niveles de energía y buscan esta falta de energía en otras fuentes. Por ejemplo, picoteando snacks o dulces hipercalóricos que les den ese “chute” de energía y de glucosa que les requiere su cuerpo.
Por otro lado, detrás de todo esto también hay un fundamento hormonal. Si no descansamos bien, el ciclo de los neurotransmisores “dopamina-serotonina” no funcionará correctamente, la caída de los niveles de dopamina y serotonina se traducirá en un bajo estado de ánimo y mayores niveles de ansiedad que probablemente nos llevarán a buscar una recompensa a través de la comida. Además, también se apunta a que la falta de sueño aumenta los niveles de secreción de grelina, hormona que aumenta las ganas de comer. Igualmente la sensibilidad a la leptina también disminuye por lo que el paciente nunca llegará a saciar su apetito. Los “lazos” dopamina-serotonina y grelina-leptina son los principales responsables de los trastornos metabólicos que finalmente derivan a pacientes obesos.
Otra conclusión destacada es que la falta de sueño influye directamente sobre el metabolismo de la glucosa en sangre, pudiendo incrementar el riesgo de sensibilidad a la insulina y por tanto la tendencia a la diabetes.
Parece evidente que los estilos de vida han cambiado mucho respecto a hace 50 años, pero es muy importante controlar estímulos como el estrés, el ocio nocturno o los horarios de trabajo que pueden alterar nuestro descanso de una forma tan drástica que acabará afectando muy negativamente a nuestra salud.

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