Las personas que intentan engordar son una minoría, ya que la gran parte de la población querría perder algún kilo, unos justificadamente y otros no tanto. Pero… ¿por qué es tan fácil coger  peso y tan difícil perderlo?

Ya en 1988, un libro de referencia para los estudiantes titulado “Obesidad y enfermedades relacionadas” que escribió el profesor John Garrow, decía que “La mauor parte de personas con obesidad que comienza un tratamiento dietético, lo abandona; de entre quien continúa, la mayoría no pierde peso y de entre los que lo consiguen la  mayoría vuelve a recuperarlo”. Hace ya 25 años que se conoce la dificultad para hacer dieta, para perder peso y para no recuperarlo después. También se sabe desde hace mucho tiempo que es más fácil coger peso que perderlo ya que además estamos en un entorno en que hay alimentos muy baratos con alto contenido calórico, cómodos de cocinar y de adquirir, según declaraba la doctora Margaret Chan directora de la Organización Mundial de la Salud.

 

La masa grasa, ofrece multitud de funciones beneficiosas al organismo como son energía para el crecimiento, permitir la reproducción, contribuir al buen funcionamiento de nuestro sistema inmune e incluso permitir una mejor adaptación al frío.

Por lo tanto, el tejido graso es imprescindible para nuestra supervivencia como ser vivo y por ello, nuestro cuerpo tiene una serie de mecanismos para garantizarse una reserva de  grasa que se ponen en marcha en cuanto tenemos hambre.

Además a veces se dan tendencias genéticas que pueden llevar al individuo a ser obeso, pero que muchos médicos expertos en la materia, no siempre culpan al sistema genético de los obesos, ya que según ellos, muchas veces es cuestión de factores ambientales “obesogénicos”. En cualquier caso, los expertos confirman que la obesidad no es culpa de la pereza o la gula de los que la sufren. El culpar al obeso de que lo es porque quiere es abordar el problema desde un punto de vista demasiado simplista ya que en la mayoría de los casos son multitud de factores los que intervienen en que un individuo sea obeso.

Uno de los principales generadores de que se abandonen las dietas y que no se pierda peso, es que cuando tenemos hambre de manera prolongada las células del cerebro, comienzan a comerse a sí mismas. Esto es lo que se denomina autofagia que se produce muchas veces en el organismo cuando falta algún tipo de nutriente y que recientes estudios han demostrado que también se produce a nivel cerebral.

La autofagia se da mucho cuando se realizan dietas extremas en que se limitan los nutrientes al organismo, y que por ejemplo para obtener las proteínas que no le estamos dando en la dieta, empieza a destruir masa muscular para la obtención de los aminoácidos presentes en este tejido.

Estar a dieta y no ofrecerle alimento suficiente  al organismo y concretamente al cerebro, induce a las células cerebrales a comerse a sí mismas como último recurso para obtener energía, eso es lo que han descubierto un grupo de investigadores del Colegio de Medicina Albert Einstein de la Universidad de Yeshiva en Nueva York.

Esta autofagia hace que entre otras cosas, se disparen las ganas de comer debido a que las neuronas orixigénicas, que son las producen el apetito, se activan y las anorexogénicas o inhibidoras del apetito se inhiben, con lo cual tenemos hambre. Es por ello que el deseo por comer se incrementa considerablemente cuando estamos a dieta, causa más común de que se abandone la dieta.

Las regiones del cerebro que funcionan con las  recompensas como comer, también se activan enormemente siendo muy complicado mantener una dieta ya que el comer cosas que no debemos, producen una sensación de placer a nivel cerebral que nos hará caer una y otra vez en nuestros “alimentos prohibidos” haciendo que al final abandonemos la dieta.

Es organismo está diseñado para guardar energía y almacenarla para cuando le haga falta, por lo tanto, en cuanto nota que el aporte de energía es menor del que necesita, se pondrá a la defensiva y utilizará todas las armas de que dispone para generar mucha hambre y obligarnos a comer. En realidad es una batalla contra nosotros mismos que muchas veces es muy complicado ganar.

Por ello, hay que ofrecerle al organismo todos los nutrientes procedentes de todos los grupos alimenticios y cuidar mucho de que nuestra dieta no sea demasiado restrictiva ya que cuanto más restrictiva sea, más mecanismos se pondrán en marcha para obligarnos a comer y cuando lo hagamos, más capacidad tendrá el cuerpo para almacenar todo lo que pueda y se producirá tan odiado efecto rebote.

La buena noticia es que se están obteniendo buenos resultados en una nueva investigación en la que se está consiguiendo inhibir el hambre gracias a impulsos eléctricos a nivel cerebral, lo que podría ser de gran ayuda en un futuro para ayudar a las personas obesas a que todos estos mecanismos producidos por el hambre no se pongan en marcha cuando se hace dieta, lo que será de gran ayuda para no abandonarla antes de no necesario.

Si necesitamos tan solo perder un par de kilos, podemos conseguirlo restringiendo mínimamente la ingesta de calorías, y andando más durante dos semanas, pero cuando necesitamos perder muchos kilos, lo mejor es ponerse en manos de un profesional que cuide que todos esos sistemas de alerta que tiene el organismo cuando pasa hambre, no se activen o será prácticamente imposible que logremos nuestro objetivo.

En el Instituto Médico Europeo de la Obesidad, contamos con múltiples tratamientos para perder peso sin cirugía en que el paciente cuenta con un equipo de nutricionistas que diseñarán un plan a su medida para que pierda peso de forma saludable y eficiente. Pide información sin compromiso.

 

Si quieres información sobre cualquiera de nuestros tratamientos para perder peso, puedes pedir información sin compromiso rellenando este formulario de contacto y aprovecha las excelentes posibilidades de financiación que ofrecemos. También puedes contactar con nosotros en el 91.737.70.70 o en consultas@imeo.es

imagen contacta con imeoobesidad

Abrir chat
Hola 👋 Soy Alba
¿Te puedo ayudar?